¡DIOS ESTÁ EN NUESTRO PRESENTE Y ESTARÁ EN NUESTO MAÑANA!

¡DIOS ESTÁ EN NUESTRO PRESENTE Y ESTARÁ EN NUESTO MAÑANA!

DOMINGO 8 del Tiempo Ordinario - Ciclo "A" - 27 de Febrero de 2011. Las lecturas hoy nos advierten de la inconveniencia del apego a las riquezas y también nos hablan de la Divina Providencia, ese cuidado que Dios da a sus creaturas. Y podemos ver en estas lecturas de hoy dos aspectos de este cuidado amoroso de Dios: confianza en la Divina Providencia en cuanto a nuestras necesidades materiales y confianza también en cuanto a lo que nos depara el futuro. Sobre el apego a las riquezas Jesús nos da una imagen sacada de la esclavitud de aquel entonces. Nos dice que quien pretenda servir a dos amos se va a ver en dificultades, pues por tratar de obedecer a uno, descuidaría al otro. Y con esta comparación pasa a darnos la idea: no se puede servir a Dios y al dinero (Mt. 6, 24). Jesús pasa a hablarnos de su Providencia Divina (Mt 6, 25-33). También lo hace la Primera Lectura (Is 49, 14-15).
La Divina Providencia es ese cuidado constante, amoroso, tierno de Dios para con nosotros sus creaturas. En el Evangelio Jesús usa unas imágenes campestres de aves del cielo para asegurarnos que El se ocupa directamente de nuestra alimentación. Que si su Padre del Cielo alimenta a las aves que no guardan su alimento en graneros, ¿cómo no va a cuidar de nuestro alimento si nosotros valemos muchísimo más que las aves? También nos asegura que no tenemos que preocuparnos por el vestido. Y recurre a otra imagen campestre: los lirios del campo. “Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos”. Nos dice Jesús que no debemos preocuparnos “por el mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas”.
Si Dios es nuestro centro vital, “el ser estará sobre el tener” dándole un sentido humano y sano. Nuestro tiempo estará orientado desde esta realidad absoluta, que no perturba nuestra existencia como otros falsos absolutos que dañan la convivencia entre las personas. El dinero, las riquezas y todos los bienes temporales vienen de Dios y ordenados de acuerdo al Plan divino, (esto supone tener fe-esperanza-caridad) no nos hacen perder la confianza en Dios, buscando nuestra seguridad en el apego a las riquezas. Este apego nos hace egoístas y explotadores de nuestros hermanos. Si se pierde a Dios como centro de vida, se busca un absoluto donde no está y todo lo que construye una persona o una sociedad se daña, se vuelve contra el hombre y su entorno.
Buscar “el reino de Dios y su justicia” como lo primero, es lo que hace posible vivir la vida eterna de Dios desde nuestra vida cotidiana. Si nuestras experiencias de amistad, de vida familiar, social, sexual y afectiva son sanas, auténticas y sinceras, tenemos elementos internos que nos permiten escuchar con cierta comprensión este evangelio de la providencia de Dios. De lo contrario, un Dios cercano, preocupado de nuestra vida concreta, de nuestras necesidades, de lo efímero pero necesario para vivir, de todas maneras, nos tocará para sanarnos, iluminarnos y liberarnos para que podamos recibir su Reino de Justicia, como un primer don que rescatará lo que está “añadido” para nuestro bien. No es el Dios de los racionalistas que no ama a los hombres, que no se interesa en lo pequeño, en lo que parece sin valor.
Todo lo humano es rescatado por el Verbo de Dios, Jesucristo. Todo lo humano está “religado”a Dios, está unido a la divinidad, a través de Cristo. En el todo de la vida humana se diferencia lo religioso de lo profano, pero nunca se ha podido separar. Es necesario diferenciar, para respetar la autonomía de lo terrestre, que nunca significa negar la providencia de Dios en medio de la vida cotidiana.
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    Presentación

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