EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA.

Reflexiones Teológicas Dominicales. 22-marzo-2015. Está universalmente demostrado que todo grupo religioso necesita de una autoridad para la defensa, conservación e interpretación de la propia doctrina. En el caso del cristianismo, la Palabra de Dios, constituye un patrimonio que no puede ser manipulado ni interpretado de cualquier manera. La Iglesia es un Sacramento de Salvación y tiene como deber y misión transmitir la Enseñanza de Jesús, de forma autentica y sin deformaciones. Por otro lado, la Biblia, al tener una estructura histórica o cultural diferente a los cánones sociales de nuestro tiempo, necesita ser interpretada. Hay muchos temas morales, económicos, técnicos, etc. que no están presentes en el mundo bíblico, esto hace necesario que la Biblia sea interpretada siguiendo la orientación esencial de su mensaje que es lo permanente. 1.- La obediencia al Magisterio se hace necesaria por estas razones mencionadas, en la medida que este Magisterio está constituido por personas que se dedican en forma especial a estudiar y comprender las fuentes y de esta manera asegurar que no se traicione la identidad misma del cristianismo. Frente a esta necesidad de un Magisterio se pueden dar diferentes posiciones: Una que cae en el inmovilismo negando el desarrollo, que ciertamente se da en la interpretación de las fuentes, cayendo en una actitud cerrada frente a este desarrollo de la verdad revelada. Otro extremo, es caer en un subjetivismo que desvaloriza la función de los Pastores. La actitud prudente parece ser la intermedia: Mantener la fidelidad al Magisterio y hacer una relectura del dato revelado, desde las nuevas situaciones que se presentan. 2.- Tradicionalmente, se ha sostenido que la Enseñanza de la Iglesia, se da en tres formas de declaraciones magisteriales; La primera, sería una Declaración infalible que requiere del asentimiento de la fe. La segunda, sería una Declaración necesaria, para entender la doctrina revelada y que requiere de una aceptación, obediencia y docilidad a pesar de que lo presentado no es definitivo. La tercera, Declaración seria propositiva, que también requiere ser respetada y valorada por los fieles. 3.- Se han intentado nuevas formas de “revelación” del Magisterio, pero la doctrina del Concilio Vaticano II, llama a una religiosa sumisión ante los pronunciamientos del Magisterio. Se ha planteado una relación respetuosa entre la teología y el Magisterio. Los teólogos tienen como función profundizar en las verdades de la fe, sin perder el vínculo con la Sagrada Escritura y la Tradición permanente de la Iglesia. Manteniendo este respeto, los teólogos están llamados a encontrar nuevas vertientes de la verdad revelada, incluso plantear nuevas propuestas teológicas que ayuden a comprender mejor la doctrina y la moral cristiana. Este trabajo de exploración y profundización de la verdad revelada, son propuestas que son presentadas a la Iglesia, para que sean corregidas o ampliadas en un diálogo fraterno, hasta que puedan ser asimiladas por toda la Iglesia. En esta dinámica teólogos y pastores no han de faltar los conflictos. 4.- Los pastores buscan transmitir y conservar la verdad. Los teólogos buscan más bien explicar y justificar la verdad. En esto se da muchas veces un conflicto no menor, que tensiona las relaciones con el Magisterio. Pero, el teólogo católico tiene la confianza de que tarde o temprano, sus aportes serán asimilados por la Iglesia en la medida que sean válidos y tengan consistencia. Por otra parte, se puede dar un “disentimiento respetuoso”. El pluralismo de opiniones es lícito y necesario, sin caer en la postura extrema de considerar que la propia posición es la única verdadera y ortodoxa. Estas opiniones se dan en unas condiciones básicas y fundamentales, para escuchar obedientemente al Magisterio: La primera, es superar la excesiva desafección hacia la Iglesia. La segunda, condición, sería el conocimiento de la doctrina presentada por el Magisterio. Se hace demasiadas veces, una lectura parcial y superficial de las declaraciones que la Iglesia propone sobre una determinada materia. No es prudente y sensato quedarse exclusivamente en el propio juicio. Nuestras propuestas deben ser razonables y comprensibles, cuando las presentamos a la Iglesia. En realidad, este proceso de diálogo fraternal con los Pastores nunca termina por afianzarse. Siempre habrá tenciones, pero, si realmente vivimos el amor de Dios, encontraremos maneras de mantener nuestra adhesión fraternal al Magisterio de la Iglesia y nuestra fidelidad al divino depósito de la fe. Conclusión: Nuestra adhesión es a la Enseñanza de Cristo. La humildad es necesaria, no como una forma de sumisión acrítica, sino, porque en las verdades reveladas no tenemos para comprobarlas, la inmediatez que puede tener a veces, el método científico, que se “objetiviza” y se hace observable exteriormente; en cambio el discernimiento y asimilación de las consecuencias de una verdad espiritual revelada o principio moral, supone un proceso a veces más o menos largo. Por lo mismo, toda verdad religiosa y caso de conciencia, que están siendo discernido o analizado, requiere de un tiempo y un contexto no tan sólo de racionalidad, sino también de oración o comunicación con la fuente de la verdad absoluta: Dios. Un teólogo, no es tan sólo un pensador crítico y metódico, es también un creyente. El resultado de este proceso de investigación, son las propuestas reflexivas, a veces inter-disciplinarias, que se dan a conocer al pueblo creyente y al Magisterio, para iniciar un diálogo fraternal. A conciencia se puede discrepar o disentir respetuosamente con algunas declaraciones o disposiciones del Magisterio. Esto a veces, es una necesidad de algunos creyentes o teólogos y los Pastores, son eso Pastores, y con caridad mutua, tienen que abordar con una prudente urgencia las discrepancias que se presentan. Hoy, esto se siente como un derecho, que supone paralelamente un deber; es decir, como creyentes tenemos derecho a expresar lo que de buena voluntad, hemos discernido sobre un tema puntual y tenemos el deber de escuchar y apreciar la respuesta del Magisterio legítimo de la Iglesia. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. Estudiante de Magister en Ciencias Religiosas y Filosóficas. Mención Filosofía. UCM.

El lastre de Karadima que está dañando la credibilidad y unidad de la Iglesia Chilena.

Lamentablemente, el Cardenal Ricardo Ezzati, gestionó muy mal los casos de abusos que le tocó abordar como pastor y no supo apoyar a las víctimas. Más bien es una autoridad vertical y hace retroceder a una forma de Iglesia controlada por grupos de poder. (Suponiendo que estábamos transitando a una Iglesia más inclusiva, con un laicado más activo, respetado por el Clero). Y lo peor, no asume que no es un hombre de unidad. Pareciera que todo lo negativo que lo está rodeando, se lo atribuye a un ataque contrario a su persona que es más bien ideológico. Sin negar, que siempre se está atacando a la Iglesia, desde un secularismo agresivo o un laicismo trasnochado, los hombres de Iglesia son legítimamente cuestionados, desde criterios éticos y pastorales; porque cometen errores o no han sabido asumir algunas situaciones internas y a la vez públicas, que han afectado a la institución eclesiástica y a personas de carne y hueso. 1.- El caso Karadima, está latente. Pensar que se terminó su efecto negativo sobre la Iglesia chilena es no ver lo que está pasando ahora mismo. Es una señal muy dañina que este abusador, viva en un ambiente más bien confortable y no en una cárcel, como fue el caso del cura tato. ¿Cómo se está “leyendo” este supuesto castigo “envuelto en seda” que se le aplicó a este abusador sexual, que para algunos de sus discípulos que ocupan puestos eclesiásticos, fue calumniado, como lo expresan en sus cartas de apoyo? Llegó el juicio del Vaticano que lo condenó, pero, pretender que por “decreto” estos defensores de Karadima, experimentaron un cambio de conciencia y volvieron atrás en el tiempo y cambiaron la historia y todo lo que dijeron que vieron o no vieron o vivieron, en este caso, quedó en nada y ahora son testigos de los abusos de Karadima, porque un poder vertical los obliga, es una falta de respeto a la inteligencia de las personas. La desconfianza está presente. 2.- En tiempos de los apóstoles, después de la resurrección-ascensión de Jesucristo, la Iglesia fue perseguida por las autoridades judías y por el imperio romano. Pero, no todo el mal que afectaba a los cristianos venía del “mundo”. Entre los mismos creyentes se dieron conflictos. Entre estos, el fundamentalismo de los judaizantes, que intentaron imponer costumbres judías, a los cristianos que venían de la gentilidad y que no tenían una relación directa con la fe cristiana. San Pablo, intervino enérgicamente, para corregir este exceso, que la gente seguramente, veía como una contradicción y muchos no pudieron ver con claridad la novedad cristiana y se alejaban de la posibilidad de una conversión a Cristo. La oportuna intervención de San Pablo impidió que la Iglesia se transformara en una secta judía. ¿Cuál es la lección de este hecho para nuestro tiempo? Tal vez la más importante: en la Iglesia se cometen errores que la dañan ante las personas que necesitan confiar en esta institución, para encontrarse con Cristo. No es honesto que la gente religiosa o líderes eclesiásticos, pretendan culpar al “mundo” o a la maldad de supuestos enemigos de la fe católica de la decadencia de la Iglesia. Es como culpar al demonio de los pecados personales o colectivos. En la Iglesia se cometen errores, a veces graves, y esto repercute en su llegada a la gente, en su credibilidad. 3.- En Chile, mucha gente dice que es católica y no pocos, dicen que han dejado de serlo o se han alejado de la Iglesia, sin dejar de decir, que son católicos, pero han perdido la confianza en los pastores y no se sienten acogidos ni respetados en los ambientes eclesiales. Esto se hace más manifiesto, en casos puntuales, como es el caso del Obispo Barros. Este religioso es acusado directamente por víctimas de Karadima, como cómplice. La desconfianza, por este caso, se propaga entre muchos laicos y consagrados y, esto producirá un grave daño a la unidad de los católicos chilenos. El apoyo de la Conferencia Episcopal de Chile al Obispo Barros, se agrega a este clima de desconfianza. Ignora al pueblo creyente y esto, para una sociedad que intenta ser democrática o una Iglesia que dice ser una comunidad fraternal, ¿no es un grave retroceso y no traiciona los principios que impulsó el Concilio Vaticano ll? Mencionan la obediencia al Papa Francisco. Es dudoso que el Papa esté bien informado de este caso. Lamento, que el Papa aparezca involucrado en esta situación que dividirá a los católicos chilenos y demuestra que hay grupos de poder en el Clero. La Iglesia como comunidad de todos los fieles es más teoría que realidad. Muy lamentable. 4.- Los laicos católicos chilenos no tienen una unidad orgánica, están dispersos en miles de grupos parroquiales, comunidades piadosas, movimientos, capillas, etc. a veces muy cerrados o pietistas, que se pierden en una masa, más individualista que comunitaria. No hay un liderazgo que los una y organice para, afrontar, entre otras cosas, los problemas valóricos, que cierto secularismo agresivo está instalando en el espacio público. Algunos se ocultan, detrás de hechos gloriosos del pasado. ¡Es hoy, cuando necesitamos una Iglesia con vitalidad espiritual y pastoral, para asumir la nueva situación que está viviendo el país! Esto lo ven personas, que están más afuera, que adentro de la Iglesia. Para ciertos “piadosos católicos” es muy difícil la auto-crítica, culpan al “mundo” de la decadencia de la Iglesia. Conclusión: La Iglesia se construye con todos los católicos, se escucha a toda la comunidad, a los laicos, no sólo al Clero o es una falsedad hablar de una Iglesia fraternal. Se tienen que desarticular los grupos de poder al interior de la Iglesia o tendremos que seguir lamentando el alejamiento de muchos laicos, hastiados del secretismo, redes de protección de abusadores, del clasismo en algunos sectores del Clero, en escuelas católicas, Universidades, Centros de salud que cobran millones que personas humildes no pueden pagar, etc. La crisis de credibilidad de la Iglesia, no se tapa con el Papa Francisco, menos ahora cuando, lo han involucrado, seguramente sin saberlo él, en un caso que divide a los católicos chilenos. Amamos a la Iglesia, pero también queremos que esta Iglesia sea más fraternal, comunitaria, con miles de laicos unidos orgánicamente y no fragmentados en grupos, bajo una dominación que infantiliza a los fieles, porque es más cómodo, para cierto clericalismo que aún sobrevive, y es un claro retroceso que contradice el espíritu renovador del Concilio Vaticano II. ¡Necesitamos que nuestra Iglesia sea más inclusiva y más fraternal! Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. Estudiante de Magister en Ciencias Religiosas y Filosóficas. Mención Filosofía. UCM.

    Presentación

    En nuestro país, el grupo Edwards y COPESA son los conglomerados con mayor cantidad de medios de comunicación. La información que recibimos día a día a través de la televisión, los periódicos y las principales revistas forman nuestra manera de ver e interpretar el mundo que nos rodea desde con marcados elementos ideológicos, de los cuales ni siquiera nos damos cuenta.

    Desde esta perspectiva, generar espacios para compartir aquello que nos des-alinea y nos des-aliena de la cultura y la ideología oficial, constituye una necesidad para aquellos que aspiramos a construir una "realidad" diferente, basada en valores humanistas, centrados en la solidaridad y que acogen la potencialidad creativa que existe en cada uno de nosotros.

    El objetivo de esta página web es, precisamente, constituirse como un medio de comunicación y de expresión generado por personas comunes y corrientes, pero que buscan conectarse con lo grande que hay dentro de ellas mismas y entregarlo a los demás a través de la palabra escrita.