El lastre de Karadima que está dañando la credibilidad y unidad de la Iglesia Chilena.

Lamentablemente, el Cardenal Ricardo Ezzati, gestionó muy mal los casos de abusos que le tocó abordar como pastor y no supo apoyar a las víctimas. Más bien es una autoridad vertical y hace retroceder a una forma de Iglesia controlada por grupos de poder. (Suponiendo que estábamos transitando a una Iglesia más inclusiva, con un laicado más activo, respetado por el Clero). Y lo peor, no asume que no es un hombre de unidad. Pareciera que todo lo negativo que lo está rodeando, se lo atribuye a un ataque contrario a su persona que es más bien ideológico. Sin negar, que siempre se está atacando a la Iglesia, desde un secularismo agresivo o un laicismo trasnochado, los hombres de Iglesia son legítimamente cuestionados, desde criterios éticos y pastorales; porque cometen errores o no han sabido asumir algunas situaciones internas y a la vez públicas, que han afectado a la institución eclesiástica y a personas de carne y hueso. 1.- El caso Karadima, está latente. Pensar que se terminó su efecto negativo sobre la Iglesia chilena es no ver lo que está pasando ahora mismo. Es una señal muy dañina que este abusador, viva en un ambiente más bien confortable y no en una cárcel, como fue el caso del cura tato. ¿Cómo se está “leyendo” este supuesto castigo “envuelto en seda” que se le aplicó a este abusador sexual, que para algunos de sus discípulos que ocupan puestos eclesiásticos, fue calumniado, como lo expresan en sus cartas de apoyo? Llegó el juicio del Vaticano que lo condenó, pero, pretender que por “decreto” estos defensores de Karadima, experimentaron un cambio de conciencia y volvieron atrás en el tiempo y cambiaron la historia y todo lo que dijeron que vieron o no vieron o vivieron, en este caso, quedó en nada y ahora son testigos de los abusos de Karadima, porque un poder vertical los obliga, es una falta de respeto a la inteligencia de las personas. La desconfianza está presente. 2.- En tiempos de los apóstoles, después de la resurrección-ascensión de Jesucristo, la Iglesia fue perseguida por las autoridades judías y por el imperio romano. Pero, no todo el mal que afectaba a los cristianos venía del “mundo”. Entre los mismos creyentes se dieron conflictos. Entre estos, el fundamentalismo de los judaizantes, que intentaron imponer costumbres judías, a los cristianos que venían de la gentilidad y que no tenían una relación directa con la fe cristiana. San Pablo, intervino enérgicamente, para corregir este exceso, que la gente seguramente, veía como una contradicción y muchos no pudieron ver con claridad la novedad cristiana y se alejaban de la posibilidad de una conversión a Cristo. La oportuna intervención de San Pablo impidió que la Iglesia se transformara en una secta judía. ¿Cuál es la lección de este hecho para nuestro tiempo? Tal vez la más importante: en la Iglesia se cometen errores que la dañan ante las personas que necesitan confiar en esta institución, para encontrarse con Cristo. No es honesto que la gente religiosa o líderes eclesiásticos, pretendan culpar al “mundo” o a la maldad de supuestos enemigos de la fe católica de la decadencia de la Iglesia. Es como culpar al demonio de los pecados personales o colectivos. En la Iglesia se cometen errores, a veces graves, y esto repercute en su llegada a la gente, en su credibilidad. 3.- En Chile, mucha gente dice que es católica y no pocos, dicen que han dejado de serlo o se han alejado de la Iglesia, sin dejar de decir, que son católicos, pero han perdido la confianza en los pastores y no se sienten acogidos ni respetados en los ambientes eclesiales. Esto se hace más manifiesto, en casos puntuales, como es el caso del Obispo Barros. Este religioso es acusado directamente por víctimas de Karadima, como cómplice. La desconfianza, por este caso, se propaga entre muchos laicos y consagrados y, esto producirá un grave daño a la unidad de los católicos chilenos. El apoyo de la Conferencia Episcopal de Chile al Obispo Barros, se agrega a este clima de desconfianza. Ignora al pueblo creyente y esto, para una sociedad que intenta ser democrática o una Iglesia que dice ser una comunidad fraternal, ¿no es un grave retroceso y no traiciona los principios que impulsó el Concilio Vaticano ll? Mencionan la obediencia al Papa Francisco. Es dudoso que el Papa esté bien informado de este caso. Lamento, que el Papa aparezca involucrado en esta situación que dividirá a los católicos chilenos y demuestra que hay grupos de poder en el Clero. La Iglesia como comunidad de todos los fieles es más teoría que realidad. Muy lamentable. 4.- Los laicos católicos chilenos no tienen una unidad orgánica, están dispersos en miles de grupos parroquiales, comunidades piadosas, movimientos, capillas, etc. a veces muy cerrados o pietistas, que se pierden en una masa, más individualista que comunitaria. No hay un liderazgo que los una y organice para, afrontar, entre otras cosas, los problemas valóricos, que cierto secularismo agresivo está instalando en el espacio público. Algunos se ocultan, detrás de hechos gloriosos del pasado. ¡Es hoy, cuando necesitamos una Iglesia con vitalidad espiritual y pastoral, para asumir la nueva situación que está viviendo el país! Esto lo ven personas, que están más afuera, que adentro de la Iglesia. Para ciertos “piadosos católicos” es muy difícil la auto-crítica, culpan al “mundo” de la decadencia de la Iglesia. Conclusión: La Iglesia se construye con todos los católicos, se escucha a toda la comunidad, a los laicos, no sólo al Clero o es una falsedad hablar de una Iglesia fraternal. Se tienen que desarticular los grupos de poder al interior de la Iglesia o tendremos que seguir lamentando el alejamiento de muchos laicos, hastiados del secretismo, redes de protección de abusadores, del clasismo en algunos sectores del Clero, en escuelas católicas, Universidades, Centros de salud que cobran millones que personas humildes no pueden pagar, etc. La crisis de credibilidad de la Iglesia, no se tapa con el Papa Francisco, menos ahora cuando, lo han involucrado, seguramente sin saberlo él, en un caso que divide a los católicos chilenos. Amamos a la Iglesia, pero también queremos que esta Iglesia sea más fraternal, comunitaria, con miles de laicos unidos orgánicamente y no fragmentados en grupos, bajo una dominación que infantiliza a los fieles, porque es más cómodo, para cierto clericalismo que aún sobrevive, y es un claro retroceso que contradice el espíritu renovador del Concilio Vaticano II. ¡Necesitamos que nuestra Iglesia sea más inclusiva y más fraternal! Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. Estudiante de Magister en Ciencias Religiosas y Filosóficas. Mención Filosofía. UCM.
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