LOS NUEVOS CÁTAROS (PUROS) DE LA POLÍTICA CHILENA.

LOS NUEVOS CÁTAROS (PUROS) DE LA POLÍTICA CHILENA.



Por Mario Andrés Díaz Molina.

Hay sectores políticos que insisten en decir que asistimos a una movilización de magnitud histórica, lo cual es verdad, pero no dicen que la permanencia de esta manifestación dependerá del predominio de la lucidez política que oriente este proceso y del aislamiento de los violentistas y grupos que buscan vencer y no producir acuerdos. En chile, hay gente que quiere imponer sus ideas, que descalifica en forma absoluta a miles de personas que nunca pensarán como ellos.

Estos grupos sectarios quieren trazar con sus propias manos un nuevo sistema socio- político y se olvidan que hay miles de chilenos (as) que no se sienten convocados por ellos, que no creen en ellos, que no les tienen confianza. Usan mitos y falsificaciones ideológicas nutridas de odios irracionales. Critican a la gente que apoyó a la Concertación, es una descalificación absoluta que no reconoce en todo su valor lo positivo que se hizo y esto sin desconocer los errores, casos de corrupción y no haber realizado cambios de fondo para superar el sistema neo-liberal. Este nuevo ejército de Cátaros (puros), de ultras, tiene un discurso agresivo y sofístico. La derecha chilena, según ellos, está conformada por pequeños círculos económicos. Es el otro mito que usan para desconocer en la práctica a los miles de chilenos(as) que pertenecen a la clase media y sectores poblacionales de origen popular que son las bases de la llamada derecha social. Esta gente sería alienada, estúpida, “desclasada” y en el mejor de los casos oportunistas. En las expresiones de estos “puros” el insulto a estas personas es odioso, intolerante y violento. Después de descalificarlos permanentemente. ¿Quieren que estos “desclasados” y estúpidos participen en un Plebiscito Nacional? ¿Y que los apoyen completamente?

Un Plebiscito supone reconocer la dignidad y el valor humano y político de quienes participan en esta forma de consulta popular. Cada uno de estos ciudadanos constituye en su conjunto la soberanía popular. ¿Será este el camino para salir de la crisis que vive chile? Teóricamente no es malo (interesante el caso de Uruguay). La democracia tiene entre sus peores enemigos a los que la utilizan para imponer su dominio. Son las ideologías totalitarias de ambos extremos y los “ultrismos” que sueñan con partir de cero. “Los plebiscitos permiten al conjunto de la sociedad debatir y decidir políticas de Estado en temas cuya relevancia excede la capacidad decisoria de los gobiernos de turno”. Esto es verdad, pero se necesita definir en forma pluralista qué se quiere consultar. Una mayoría puede aplastar a una minoría o una minoría decidir por todo un país. Algunos dicen: “Ya nos cansamos de que una pequeña elite de políticos de la Derecha y la Concertación defina el rumbo de nuestra educación y a la vez engorde sus bolsillos a costa de los sueños de millones” de acuerdo, pero se cae en lo mismo al querer sacar de los acuerdos a miles de chilenos(as) que seguirán apoyando a ciertos líderes que algunos quieren eliminar. La democracia directa es muy vulnerable frente a los grupos ultras que la manipulan. Los actuales totalitarismos como, el sistema cubano, reproducen una “caricatura de democracia directa”, que es opresiva y persecutoria. ¿Esto se quiere para Chile? Hay miles de chilenos(as) que no confían en los sectores más puristas de la izquierda y estos no hacen nada para cambiar esta situación. El leninismo, ideología marxista, que está en el fondo de cierta izquierda chilena, tiene claro que hay que destruir toda oposición a los cambios, que se deben imponer a la fuerza. Democracia es dialogar y llegar a acuerdos. Una revolución democrática tiene que ser de toda una sociedad; si hay un sector que discrepa o no está de acuerdo, se tiene que negociar o al contrario, como lo plantea Lenin, se debe destruir a los contra-revolucionarios. En chile, la derecha es un sector importante y es contraria a un sistema colectivista y lo peor, es neo-liberal, como lo es la Concertación. Destruir a la derecha es impensable, en democracia, por lo tanto se debe negociar. Y esto de partida, nunca será revolucionario. Este es un problema central de la democracia chilena, nunca asumido por el MIR y la izquierda más extrema o asumido en sentido marxista: guerra social. Se miente, se engaña a la juventud con lenguaje democrático. Mientras exista un sector que piensa diferente o mejor, mientras exista una clase dominante con intereses anti-populares, nunca entregará su poder en forma pacífica, en esto tiene razón el marxismo. Por lo tanto querer cambiarlo todo con un Plebiscito desconociendo esto o mintiendo cínicamente, es una agitación que utiliza las demandas de la clase media, de los estudiantes y de los sectores populares. Tarde o temprano la mayoría pedirá detener la violencia y el desgobierno de una manera efectiva y esto puede tener muy malas consecuencias. Esto se debe evitar con fuerza. Mucho se puede lograr, pero negociando, nunca buscando vencer “al enemigo de clase” o al “político” y seguir insultando, descalificando. Esto no lleva a nada que no sea un conflicto que puede llegar a extremos muy violentos. Un Plebiscito Nacional nunca será revolucionario, en sentido marxista o anarquista, en Chile. Lo mismo una Asamblea Constituyente, al menos que se excluya a la derecha. Si se hace esto no se puede hablar de un Plebiscito Nacional o Asamblea Constituyente.



Todo el lenguaje insultante de los ultras, los Cátaros o puros, es sólo eso, palabras y más palabras, los problemas pasan por entre medio de ellas. Tarde o temprano se tendrá que negociar dentro de las posibilidades de este sistema y de todo lo que se pide “algo se podrá concretizar”. Esto lo sabe el partido comunista y cualquiera que viva en “este mundo”. Sólo al “infantilismo revolucionario” (Lenin) le costará despertar de su sueño. Mientras tanto algunos les “avivan la cueca”. El único apoyo responsable a los estudiantes es crear un apoyo popular que presione para que no sean nuevamente engañados por políticos decadentes. Los sectores democráticos tienen la obligación de expresarse a través de mayorías ciudadanas que piden cambios de fondo en base al diálogo. Si sus líderes no favorecen esta expresión, nadie los podrá justificar, se hundirán en su mediocridad y anacronismo.
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