Mi silencio, se despidió;
la miré y ella se fue con mi mirada.
Se quedó mi presente sin ella.
Una tarde triste se quedó conmigo.
Esperé que regresara el futuro,
y después, me fui con mis ojos perdidos...
Volví a mi origen,
cerré mi última puerta,
cultivé mi jardín interior,
escuché la canción liviana del viento,
sentí la alegría suave de la brisa,
contemplé la danza ligera de las nubes...
Solté mi blanca paloma para que volara libre,
la vi volar hacia el azul infinito,
al atardecer regresó a mi corazón...
Caminé sobre el silencio cósmico,
escribí con mis pasos matutinos versos de esperanza,
versos verdes, azules, rojos...
busqué a los vientos del atardecer,
les recité mis versos azules,
ellos los llevaron por toda la tierra,
al final, cansados, se cayeron al mar,
se transformaron en lágrimas saladas,
que se disolvieron en la nada...
Aprendí a cultivar estrellas y arenillas;
volví a reír con el trigo, el vino y el agua.
Mi silencio y mi despedida regresaron...
Tal vez mi pasado la mire al pasar...
Me transfiguré en palabra,
regresé al mundanal ruido,
abrí mi puerta y continúo buscando el último sol...
Autor:
Mario Andrés Díaz Molina
Estudiante Pedagogía en Religión y Filosofía
Universidad Católica del Maule
la miré y ella se fue con mi mirada.
Se quedó mi presente sin ella.
Una tarde triste se quedó conmigo.
Esperé que regresara el futuro,
y después, me fui con mis ojos perdidos...
Volví a mi origen,
cerré mi última puerta,
cultivé mi jardín interior,
escuché la canción liviana del viento,
sentí la alegría suave de la brisa,
contemplé la danza ligera de las nubes...
Solté mi blanca paloma para que volara libre,
la vi volar hacia el azul infinito,
al atardecer regresó a mi corazón...
Caminé sobre el silencio cósmico,
escribí con mis pasos matutinos versos de esperanza,
versos verdes, azules, rojos...
busqué a los vientos del atardecer,
les recité mis versos azules,
ellos los llevaron por toda la tierra,
al final, cansados, se cayeron al mar,
se transformaron en lágrimas saladas,
que se disolvieron en la nada...
Aprendí a cultivar estrellas y arenillas;
volví a reír con el trigo, el vino y el agua.
Mi silencio y mi despedida regresaron...
Tal vez mi pasado la mire al pasar...
Me transfiguré en palabra,
regresé al mundanal ruido,
abrí mi puerta y continúo buscando el último sol...
Autor:
Mario Andrés Díaz Molina
Estudiante Pedagogía en Religión y Filosofía
Universidad Católica del Maule