“QUIEN A DIOS TIENE, NADA LE FALTA. SÓLO DIOS BASTA”

“QUIEN A DIOS TIENE, NADA LE FALTA. SÓLO DIOS BASTA”

DOMINGO 2 de Cuaresma - Ciclo "B" - 4 de Marzo de 2012 - Las Lecturas de este Segundo Domingo del Tiempo de Cuaresma nos hablan de cómo debe ser nuestra respuesta al llamado que Dios hace a cada uno de nosotros... y cuál es nuestra meta, si respondemos al llamado del Señor. En la Primera Lectura del día de hoy vemos a Abraham siendo probado en su fe y en su confianza en Dios. En el Evangelio se nos narra la Transfiguración del Señor.
En la Primera Lectura se nos habla de Abraham, nuestro padre en la fe. Y así consideramos a Abraham, pues su característica principal fue una fe indubitable, una fe inconmovible, una fe a toda prueba. Por eso se le conoce como el padre de todos los creyentes. Y esa fe lo llevaba a tener una confianza absoluta en los planes de Dios y una obediencia sincera a la Voluntad de Dios. A Abraham Dios comenzó pidiéndole que dejara todo: “Deja tu país, deja tus parientes y deja la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te mostraré” (Gen. 12, 1-4). Y Abraham sale sin saber a dónde va. Ante la orden del Señor, Abraham va a una tierra que no sabe dónde queda y no sabe siquiera cómo se llama. Deja todo, renuncia a todo: patria, casa, familia, estabilidad, etc. Da un salto en el vacío en obediencia a Dios. Confía absolutamente en Dios y se deja guiar paso a paso por El. Abraham sabe que su vida la rige Dios, y él lo acepta libremente.
A veces nos es más fácil hacer lo que Dios quiere, que hacer las cosas cuando Dios quiere. A veces nos es más fácil cumplir la Voluntad de Dios, que tener la paciencia para esperar el momento en que Dios quiere hacer su Voluntad. Abraham creyó y esperó: creyó contra toda apariencia, esperó contra toda esperanza... y también esperó el momento del Señor. Dios le exigió mucho a Abraham, pero a la vez le promete que será bendecido y que será padre de un gran pueblo. Sin embargo, comienza a crecer Isaac, el hijo de la promesa. Cuando ya todo parece estar estabilizado, Dios interviene nuevamente para hacer una exigencia “ilógica” a Abraham: le pide que tome a Isaac y que se lo ofrezca en sacrificio. Este tal vez sea uno de los episodios más conmovedores de la Biblia (Gen. 22, 1-2.9-18). Dios vuelve a exigirle todo a Abraham. Ahora le pide la entrega de lo que Dios mismo le había dado como cumplimiento de su promesa: Isaac debe ser sacrificado. Abraham obedece ciegamente, sin siquiera preguntar por qué. Sube el monte del sacrificio para cumplir el más duro de los requerimientos del Señor. Y en el momento que se dispone a sacrificar a su hijo, Dios lo hace detener.
Abraham respondió a un Dios desconocido para él -pues Abraham pertenecía a una tribu idólatra. Pero nosotros hemos conocido la gloria de Dios, que fue experimentada por los Apóstoles después de la Resurrección del Señor, pero aún antes, en los momentos de su Transfiguración ante Pedro, Santiago y Juan. Jesucristo lleva a estos tres Apóstoles al Monte Tabor y allí les muestra el fulgor de su divinidad. (Mc. 9, 2-10) Los Apóstoles, Pedro, Santiago y Juan fueron fortalecidos en su fe cuando Jesús se transfiguró delante de ellos. Es lo que el Evangelio nos relata: Jesucristo se los lleva al Monte Tabor y allí les muestra el fulgor de su divinidad. (Mc. 9, 2-10) Con motivo de lo que sucedió en la Transfiguración, es bueno recordar lo que en Teología llamamos la Unión Hipostática, término que describe la perfecta unión de la naturaleza humana y la naturaleza divina en Jesús.
De acuerdo a esta verdad, Jesús gozaba de la Visión Beatífica, cuyo efecto connatural es la glorificación del cuerpo. (Es lo que sucederá a todos los salvados después de la resurrección al final de los tiempos). Sin embargo, este efecto de la glorificación del cuerpo no se manifestó en Jesús, porque quiso durante su vida en la tierra, asemejarse a nosotros lo más posible. Por eso se revistió de nuestra carne mortal (cf. Rm. 3, 8). Se asemejó en todo, menos en el pecado. Pero en la Transfiguración quiso también mostrar a tres de sus Apóstoles algo de su divinidad, luego de haber anunciado a los doce su próxima Pasión y Muerte. Quiso el Señor con su Transfiguración en el Monte Tabor animarlos, fortalecerlos y prepararlos para lo que luego iba a suceder en el Monte Calvario. La gloria es el fruto de la gracia. Así, la gracia que Jesús posee en medida infinita, le proporciona una gloria infinita que le transfigura totalmente. Fue algo de lo que El quiso mostrarnos en el Tabor. Guardando las distancias, algo semejante sucede en nosotros cuando verdaderamente estamos en gracia. La gracia nos va transformando. Pudiéramos decir que nos va transfigurando, hasta que un día nos introduzca en la Visión Beatífica de Dios.
No hay gloria sin sufrimiento. No hay resurrección sin cruz. Con sus enseñanzas y con su ejemplo, Jesucristo quiso decirle a los Apóstoles que han tenido la gracia de verlo en el esplendor de su Divinidad, que ni El -ni ellos- podrán llegar a la gloria de la Transfiguración -a la gloria de la Resurrección- sin pasar por la entrega absoluta de su vida, sin pasar por el sufrimiento y el dolor. La gracia divina hace posible que el sufrimiento en todas sus formas no anule la presencia de Dios en la vida cotidiana y se mantenga la esperanza en la vida eterna. Una mística española vivió esta experiencia de cruz y gracia y lo expresó así: “Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta”…“Nada te turbe. Nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza”. Teresa de Ávila.



(*) Estudiante de Pedagogía de 5° año en Religión y Filosofía de la Universidad Católica del Maule. Colectivo Cultural Jorge Yáñez Olave.
0 Responses

    Presentación

    En nuestro país, el grupo Edwards y COPESA son los conglomerados con mayor cantidad de medios de comunicación. La información que recibimos día a día a través de la televisión, los periódicos y las principales revistas forman nuestra manera de ver e interpretar el mundo que nos rodea desde con marcados elementos ideológicos, de los cuales ni siquiera nos damos cuenta.

    Desde esta perspectiva, generar espacios para compartir aquello que nos des-alinea y nos des-aliena de la cultura y la ideología oficial, constituye una necesidad para aquellos que aspiramos a construir una "realidad" diferente, basada en valores humanistas, centrados en la solidaridad y que acogen la potencialidad creativa que existe en cada uno de nosotros.

    El objetivo de esta página web es, precisamente, constituirse como un medio de comunicación y de expresión generado por personas comunes y corrientes, pero que buscan conectarse con lo grande que hay dentro de ellas mismas y entregarlo a los demás a través de la palabra escrita.