EL “DEBER SER” DEL PROFESOR DE FILOSOFÍA.

EL “DEBER SER” DEL PROFESOR DE FILOSOFÍA.

por Mario Andrés Díaz Molina.

“La Filosofía puede aportar en la construcción de una Sociedad Chilena más ética, más democrática, más abierta a los valores y más tolerante”.

El Profesor de Filosofía de Tercero y Cuarto Medio tiene en el Chile de hoy una gran responsabilidad en la formación de un pensamiento crítico y ético. No parece necesario insistir que esta acción educativa está integrada a la labor de los demás educadores que desde los otros ramos aportan en la formación integral de los alumnos(as). Esta formación filosófica crítica y ética, supone un aspecto teórico y un aspecto práctico. El alumno(a) tiene que acceder a un ambiente de discusión y reflexión desde su experiencia personal que haga posible un auto-descubrimiento y una lectura crítica de su realidad interior (una mirada psicológica. Tercero Medio) y una lectura de su medio humano, social y natural (Cuarto Medio) desde una reflexión sistemática que le permita tener su propia visión de la vida y sociedad.

La metodología que se armoniza con la propuesta anterior, está basada en la participación activa de los estudiantes en los temas en discusión. El aporte esencial del profesor de filosofía es enseñar a usar un lenguaje preciso y una fundamentación consistente, además de la aplicación correcta de las nociones a la experiencia. El análisis de textos constituye una actividad central del programa. Resulta de particular importancia que el profesor se esfuerce por fomentar el uso de un lenguaje argumentativo formal, además de hacer leer los textos previamente a la clase de suerte de favorecer el diálogo y el debate respetuoso entre los alumnos y alumnas.

Si bien el profesor es la autoridad en el aula, como todo poder, no puede ser ejercido arbitrariamente. Las clases deben estar preparadas y ajustarse al tiempo en que los alumnos permanecerán en el aula. El docente debe brindar explicación cuando el alumno lo requiera, salvo que sea evidente que pregunte sólo para molestar. Debe tratar a sus discípulos de modo respetuoso y cordial, fomentando el diálogo y la motivación. Cuidar su lenguaje, sus modales, su aspecto personal y su puntualidad. Corregir las tareas de los alumnos en tiempo y forma y brindar explicaciones sobre las calificaciones asignadas a los alumnos. Mantener el orden en clases es otra obligación del docente, que muchas veces es difícil de cumplir. Motivar a los alumnos(as) problemáticos, supone tener una verdadera vocación docente. Encontrar a un/una joven con problemas de todo tipo en el aula es cada vez más recurrente y para ellos hay que estar preparados con actitud y afecto. Porque el aporte de un Profesor de filosofía en esta circunstancia es más valórica-afectiva que intelectual, es cercana a la amistad: hay que hacerse amigo de los alumnos(as), sin perder la necesaria autoridad moral frente a ellos. La democracia en la clase de filosofía significa que el maestro fundamente la finalidad de lo que enseña, de cómo lo enseña y también de cómo lo evalúa. Algunos profesores creen que no tienen que rendir cuentas a alumnos o a padres sobre su labor docente, y esto es lo que no es democrático. Si el profesor sabe por qué toma ciertas decisiones no tendrá ningún problema en explicarlas, y en escuchar consejos sobre la implementación de otras estrategias didácticas, que decidirá aplicar o no (por ejemplo los chicos pueden proponer “miremos una película sobre este tema” o “hagamos una representación teatral” y seguramente estas tareas por ellos sugeridas los motivarán). Otra característica de un Profesor de Filosofía democrático es que sabe escuchar y comprender. Los educandos son personas que pueden pasar por momentos difíciles y esto puede tener incidencia en sus estudios. Un maestro democrático es el que le da nuevas oportunidades cuando cree que las razones que el alumno expone lo justifican. Lo que debe quedar en claro es que la democracia también implica poner límites, y sancionar en caso de necesidad. Toda democracia, ya sea política, familiar, educativa, etcétera, se basa en normas claras, tanto para quienes mandan como para quienes deben obedecer. La democracia en el aula significa que las reglas se conversen y se establezcan por consenso, pero una vez aceptadas, deben ser cumplidas.

En resumen: el profesor de Filosofía estimula la participación activa y el espíritu crítico, no se burla de las opiniones ajenas, modera los debates para evitar agresiones, exige fundar las razones que se vierten, y es guía, consejero, líder, sin descuidar que se respete su autoridad, y protegiendo los derechos de todos. Por último: la labor de un Profesor católico de Religión y Filosofía, es más apasionante todavía: es construir el Reino con el don de Dios y dar razón de la Esperanza con un pensamiento iluminado que tiene una lectura inteligente de la realidad del mundo actual, permitiendo descubrir a Cristo en medio de la historia





(*) Estudiante de Pedagogía en Religión y Filosofía de la Universidad Católica del Maule

Colectivo Cultural Jorge Yáñez Olave.
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