Desde el cosmos hasta el fondo de la tierra;
el ser humano en el medio recibiendo la señal en su corazón.
Desde su corazón hasta sus manos infinitas,
una luz se proyecta a tu cuerpo.
Luz que todo lo ordena,
luz que hace palpitar la vida,
el pulso cósmico escondido en cada célula, piedra, guijarro,
gato y pez....
Luz infinita que hace brotar la chispa divina que yace
encadenada en cada ser humano divino
que en sus manos toma la luz de la divinidad para esparcirla
en el mundo de los seres sintientes!!!
¡Ser humano alquimista que, escuchando tu corazón, alivias el
dolor de cada ser!
Posas tus manos en la frente onírica
(allí donde se deposita el ojo clarivedente
que explora el mundo de ondinas, musas y desencarnados); la habitación celestial de tu corona (el lugar donde habita el testigo silencioso),
en el inconsciente de tu nuca (allí donde duermen los fantasmas de tu infancia),
en la garganta (donde alojan todas aquellas palabras que no pudiste expresar),
en tu corazón de loto,
en tu estómago,
en tu pelvis,
en tus hombros...
Pongo mis manos en tu cuerpo para atravesarlo
con el rayo de la vida.
Pongo mis manos para afirmar mi misión en el mundo
y una suave alegría le cierra un ojo a mi pensamiento.
Y una suave alegría le guiña un ojo a mi sentir.
Y finalmente, una suave alegría le guiña un ojo a la consciencia de mi cuerpo
para que manifieste la intención concebida en el ser.
M.Alicia González Tagle
Noviembre de 2009
el ser humano en el medio recibiendo la señal en su corazón.
Desde su corazón hasta sus manos infinitas,
una luz se proyecta a tu cuerpo.
Luz que todo lo ordena,
luz que hace palpitar la vida,
el pulso cósmico escondido en cada célula, piedra, guijarro,
gato y pez....
Luz infinita que hace brotar la chispa divina que yace
encadenada en cada ser humano divino
que en sus manos toma la luz de la divinidad para esparcirla
en el mundo de los seres sintientes!!!
¡Ser humano alquimista que, escuchando tu corazón, alivias el
dolor de cada ser!
Posas tus manos en la frente onírica
(allí donde se deposita el ojo clarivedente
que explora el mundo de ondinas, musas y desencarnados); la habitación celestial de tu corona (el lugar donde habita el testigo silencioso),
en el inconsciente de tu nuca (allí donde duermen los fantasmas de tu infancia),
en la garganta (donde alojan todas aquellas palabras que no pudiste expresar),
en tu corazón de loto,
en tu estómago,
en tu pelvis,
en tus hombros...
Pongo mis manos en tu cuerpo para atravesarlo
con el rayo de la vida.
Pongo mis manos para afirmar mi misión en el mundo
y una suave alegría le cierra un ojo a mi pensamiento.
Y una suave alegría le guiña un ojo a mi sentir.
Y finalmente, una suave alegría le guiña un ojo a la consciencia de mi cuerpo
para que manifieste la intención concebida en el ser.
M.Alicia González Tagle
Noviembre de 2009